En el mundo deportivo ya es muy famosa “hacer la ola”, que consiste en apoyar a nuestros equipos deportivos, realizando movimientos coordinados en un estadio: levantarse, levantar las manos y sentarse, de modo que se vea el ánimo del público. Pues en Cuaresma podemos hacer una gran “OLA” para demostrar nuestro gozo de convertirnos y encontrarnos con Jesús Vivo y Resucitado.
En el Calendario Litúrgico de la Iglesia católica existen diferentes tiempos y en estos tiempos tenemos diferentes celebraciones, y algunos de estos tiempos los conocemos como “tiempos fuertes” porque nos permiten adentrarnos más profundamente en el Misterio de Jesucristo, y a nivel personal son un verdadero “Reto” de enfrentarnos a nuestros propios miedos, pecados y demonios, para hacer un cambio en nuestra vida y madurar en la fe o dicho de otra manera, tener “una conversión” más fuerte y contundente. Bueno, partiendo de esta lógica se nos propone llenarnos de valor y meternos a la “OLA” de Cuaresma, que es vivir una Cuaresma de verdad, en serio, poniendo en práctica: la Oración, la Limosna y el Ayuno-Abstinencia. Para poder fortalecer nuestro espíritu y hacernos de las ayudas divinas (gracias) que trabajan en tres dimensiones: La Oración mejora mi relación con Dios y lo exaltamos como Rey, con la Limosna mejora mi relación con los hermanos y les da vida, y por último el Ayuno-Abstinencia busca el perfeccionamiento conmigo mismo, aniquilando mi egoísmo. Vamos a ver cada uno para saber qué es y cómo se hace, eso de la Oración, Limosna y Ayuno.
Hoy en el mundo gobierna una cultura de la exaltación del “yo”, del éxito personal, el poder, el bienestar económico y del placer. Pero, a la vez, han surgido últimamente varios estudios científicos que demuestran que el estilo de vida ajetreado y estresante que propone el mundo, no es para nada saludable. En el ambiente médico está totalmente aceptado el que hay una relación entre el estrés, la ansiedad y la depresión, con las afectaciones en la salud, principalmente enfermedades cardiacas, cáncer, autoinmunes. Y según los estudios de algunos médicos se ha descubierto los beneficios que tiene ayunar, hacer oración y estar en armonía con los semejantes.
Orígenes de la Oración, Limosna y Ayuno, cristiano
Las prácticas de penitencia interior del cristiano: la Oración, la Limosna y el Ayuno-Abstinencia, no las inventaron los Papas de la Iglesia católica, sino que lo encontramos en pasajes del Antiguo Testamento, donde los judíos las han practicado, para buscar perfeccionarse en la justicia frente a Dios. Pero también lo practican otras religiones, como el Hinduismo, Budismo, Islamismo.
En el libro bíblico del Antiguo Testamento el “Levítico” se decreta un día al año, llamado Yom Kipur: “Ayunarán y no harán trabajo alguno… Porque ese día se hará expiación por la purificación de ustedes” (Lev 16,29-30). También tenemos el caso del Rey David, quién se arrepintió por sus muchos pecados: “David… hizo ayuno riguroso; entraba en casa y pasaba la noche acostado en el suelo” (2Sam 12,16)
Jesús en su Nueva Ley perfecciono la práctica de: la Oración, la Limosna y el Ayuno-Abstinencia. Llevándolas a un nivel íntimo del corazón del hombre y con “el Padre que ve en lo secreto” porque ahí es donde viviremos sus frutos espirituales, alejándolas de los deseos personales de gloria personal y de vanidad al “ser vistos por los hombres” (cf Mt 6,1-6; 16-18) (CEC 1969)
¿Cómo hacer Oración en Cuaresma?
Nos dice el Catecismo de la Iglesia que “la oración es la elevación del alma a Dios o la petición de los bienes convenientes” (cf. CEC 2559), y nos invita a orar desde lo más profundo de un corazón humilde y arrepentido, esta es la base de una oración agradable a Dios, pero para esta oración necesitamos inspirados y movidos por el Espíritu Santo “El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque nosotros no sabemos orar como conviene” (Rm 8,26). La Iglesia nos propone tres diferentes formas de orar: La oración vocal con palabras dichas o mentales; la meditación que es usando nuestra imaginación y el pensamiento adentrarnos a los misterios de Jesucristo, y la contemplación que se hace en medio del silencio y quietud del corazón, en cualquiera de las tres necesitamos estar dispuestos y recoger nuestro corazón. (cf. CEC 2699)
En esta Cuaresma podemos estar en constante oración durante el día, ya sea ofreciendo cada momento de nuestras labores, como el estar en dialogo mental durante un trayecto por la calle, o contemplando la belleza de la naturaleza que nos rodea. Sin olvidar algunos minutos durante el día para elevar una oración ya formulada, como puede ser: Un Padre Nuestro al levantarnos por la mañana, la bendición de los alimentos, un Ave María al medio día hora del Ángelus o un Padre Nuestro y unas Aves Marías al acostarnos.
¿Cómo practicar la Limosna en Cuaresma?
La palabra Limosna esta muy mal comprendida, la entendemos como el darle unas moneditas que nos sobran a un necesitado, y no, el término «Limosna», viene del griego y significa precisamente «misericordia», una acción en favor de mis hermanos necesitados, yo comparto de lo que tengo, y no de lo que me sobra, quizá la mejor expresión de la caridad la tenga Santa Teresa de Calcuta “Dar hasta que duela y cuando duela dar todavía más”.
El Papa Francisco nos decía en la Cuaresma del 2018: “Y cuánta gente se justifica por no dar limosna diciendo: «Pero, ¿Cómo será esto? Éste a quien yo daré, irá a comprar vino para emborracharse». ¡Pero si él se embriaga, es porque no tiene otro camino! Y tú, ¿qué cosa haces a escondidas, cuando nadie ve? Y tú, ¿eres juez de aquel pobre hombre que te pide una moneda para un vaso de vino? Me gusta recordar el episodio del viejo Tobías que, después de haber recibido una gran suma de dinero, llamó a su hijo y lo instruyó con estas palabras: «A todos los que practican la justicia. Da la limosna de tus bienes y no lo hagas de mala gana. No apartes tu rostro del pobre y el Señor no apartará su rostro de ti» (Tob 4,7-8).
Dar Limosna es colaborar con Dios en su providencia, y Dios te compensará el ciento por uno, así que hay que dar con alegría: «Cuando le des algo, lo harás de buena gana» (Deut 15,10). Esta Cuaresma estemos atentos a practicar todos los días, las Obras de la Misericordia, especialmente “Dar de comer y beber a los necesitados”. Podemos diseñar un plan semanal de prácticas caritativas, por ejemplo, llevar tres sándwich a necesitados, los martes escuchar con paciencia a una persona sola, etc.
¿Cómo hacer el Ayuno y Abstinencia en Cuaresma?
El Catecismo de la Iglesia nos dice que: “el Ayuno y la Abstinencia… contribuyen a hacernos adquirir el dominio sobre nuestros instintos y la libertad del corazón” (CEC 2043), nada tiene que ver con el desprecio del cuerpo, sino en sacrificarlo para dominarlo.
El Papa Benedicto XVI nos explica los orígenes del ayuno: “Las Sagradas Escrituras y toda la tradición cristiana enseñan que el ayuno es una gran ayuda para evitar el pecado y todo lo que induce a él. Por esto, en la historia de la salvación encontramos en más de una ocasión la invitación a ayunar. Ya en las primeras páginas de la Sagrada Escritura el Señor impone al hombre que se abstenga de consumir el fruto prohibido: “De cualquier árbol del jardín puedes comer, más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio” (Gn 2, 16-17).
El 16 de febrero de 2018 el Papa Francisco responde a la pregunta ¿qué ayuno quiere Dios del hombre?: no se trata solo de ‘elecciones alimentarias’, sino de estilos de vida para los que hay que tener la ‘humildad’ y la ‘coherencia’ de reconocer y corregir los propios pecados. En la Escritura, leemos: «dobla tu cabeza como un junco», es decir, «humíllate», piensa en tus pecados. Este, subraya el Papa Francisco, es «el ayuno que quiere el Señor: la verdad, la coherencia». «el ayuno no es un simple sacrificio, sino un gesto fuerte para recordarle a nuestro corazón qué es lo que permanece y qué es lo pasajero».
Ayuno y Abstinencia
– El ayuno consiste en hacer una sola comida al día.
– La abstinencia consiste en no comer carne.
– Son días de abstinencia y ayuno: Miércoles de Ceniza y Viernes Santo.
– La abstinencia obliga a partir de los 14 años.
– El ayuno de los 18 hasta los 59.
– Con estos sacrificios, se trata de que todo nuestro ser (espíritu, alma y cuerpo) participe en un acto donde reconozcan la necesidad de hacer obras con las que reparemos el daño ocasionado con nuestros pecados y para el bien de la Iglesia.
Ayuna de juzgar a otros. Descubre a Cristo que vive en ellos.
Ayuna de palabras hirientes. Llénate de frases sanadoras.
Ayuna de descontento. Llénate de gratitud.
Ayuna de enojos. Llénate de paciencia.
Ayuna de pesimismo. Llénate de esperanza cristiana.
Ayuna de preocupaciones. Llénate de confianza en Dios.
Ayuna de quejarte. Llénate de aprecio por la maravilla que es la vida.
Ayuna de las presiones. Llénate de una oración que no cesa.
Ayuna de amargura Llénate de perdón.
Ayuna de darte importancia a ti mismo. Llénate de compasión por los demás.
Ayuna de ansiedad sobre tus cosas. Comprométete en la propagación del Reino.
Ayuna de desaliento. Llénate del entusiasmo de la fe.
Ayuna de pensamientos mundanos. Llénate de las verdades que fundamentan la santidad.
Ayuna de todo lo que te separe de Jesús. Llénate de todo lo que te acerque a Él.
El ayuno junto con la oración y la caridad, ha sido desde muy antiguo una «practica cuaresmal» como signo de la conversión interior a los valores fundamentales del evangelio de Cristo.